La finca es de 8×8 metros en dos plantas más un espacio bajo cubierta. Cuenta con una única fachada en una estrecha y oscura calle con orientación norte y un angosto patio de 2 x 2 metros adosado al fondo. Y es en ese fondo de la parcela, a la altura de la buhardilla y mirando a sur, donde se descubre lo más interesante de la casa: una maravillosa y luminosa vista de los tejados del Madrid histórico. Ese será el foco desde donde inundar la casa de sol. Llegar desde la calle a ese punto será el premio. De esta forma, desde la tétrica entrada se alcanza una luminosa atalaya de vistas privilegiadas. En el “cómo” y el “durante” del recorrido estará el desarrollo de la propuesta.
Arquitecto: Manuel Ocaña
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